El flamenco, reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial Mundial por la UNESCO, es una expresión artística que nace de la mezcla de diversas culturas. La relación de Madrid con el flamenco se construye a través de sus tablaos y en ellos ofrece la mejor programación flamenca de nuestro país en cuanto a calidad, autenticidad y variedad. Los tablaos suponen una expresión cultural de primera magnitud, que mantiene intacta su esencia, única en el mundo.
La oferta de flamenco de los tablaos de Madrid constituye un recurso esencial y singular, es la mejor plataforma de lanzamiento nacional e internacional de los artistas más importantes de este género cultural. En nuestra región se acogen espectáculos flamencos continuamente, bien en sus teatros o tablaos, bien en salas y locales.
El legado de esos mágicos años XX sigue más que presente en Madrid, en diferentes tablaos que llevan décadas funcionando en la capital. Los tablaos que integran la marca “Tablaos Flamencos in Greater Madrid” acogen los principales establecimientos en nuestra región. Seguramente el más popular de todos ellos sea el Corral de la Morería, cuyo origen se encuentra en 1956. Ha sido reconocido como el mejor tablao flamenco del mundo, por su constante y variada programación que, además, se completa con una oferta gastronómica que no olvida los orígenes del lugar y su cultura. Por sus tablas han pasado figuras de gran importancia en el género como Paco de Lucía, que presentó allí su inolvidable Entre dos aguas (1981).
También cabe destacar el tablao más antiguo de Madrid: el Villa Rosa, un tablao que empezó a funcionar en la plaza de Santa Ana en 1911, aunque en un principio lo hiciera como taberna de tapas y chatos andaluces. A finales de esa misma década fue cuando dio el giro definitivo que lo llevaría a convertirse en “la Catedral del Flamenco”, como se la conoce hoy. A principios de los años sesenta interrumpió su actividad durante un año, pero hacia los setenta ya había recuperado el ritmo y el esplendor anterior. Y hasta hoy.
Podríamos seguir resaltando locales. Por ejemplo, Cardamomo, al que el Ayuntamiento de Madrid declaró Patrimonio Cultural de la ciudad. Abrió en 1994 como una propuesta que une danza y cante. Por otro lado, en el corazón de Vallecas, lejos del centro de la ciudad, se encuentra El Cortijo, otro de los tablaos que han ganado fama nacional, incluso internacional. Así que sí: es más que posible disfrutar del flamenco en Madrid.
Hacia mediados del siglo XVIII, en torno a 1860, empezaron a proliferar los cafés cantantes, precedentes directos de los tablaos actuales. Las crónicas de la época hablan de locales de ambiente escandaloso, tanto que ciertos círculos sociales se mostraron en contra de los mismos, por encontrarlos indecentes. Sea como fuere, a estos rincones acudía todo tipo de público, con especial presencia de las clases bajas y medias. Entre todos llevaron la flamencomanía muy lejos, tanto que puede decirse que a finales del siglo XIX el flamenco era el dueño de la vida social de España.
Madrid, como se ha dicho, fue uno de los grandes centros flamencos a finales del siglo XIX y principios del XX. Muchas de las grandes estrellas de la época decidieron mudarse a Madrid para crecer en la ciudad “de la Corte”. Así empezaron a multiplicarse los espectáculos. En los años veinte, el Teatro Pavón, entonces y todavía ahora situado en la calle Embajadores, creó la llamada Copa Pavón. Su objetivo era reconocer el talento de los cantaores, aumentar su prestigio y acercar aún más el género al público.
En la primera competición podían leerse nombres como el de los sevillanos Niño Escacena, Pepe Marchena o Manuel Vallejo, que resultó ganador. Con este certamen nació la etapa de ópera flamenca, que nunca tuvo gran aceptación porque dejaba de lado palos (estilos de cante) muy apreciados, como la bulería. Pero también se dieron años dulces en los que se pudo disfrutar de figuras como la de La Niña de los Peines o, más adelante, Juanito Valderrama.
Más información: Tablaos Flamencos in Greater Madrid