La edificación de la basílica del Valle de los Caídos tuvo lugar entre 1940 y 1958, bajo la dirección de los arquitectos: Pedro Muguruza y Diego Méndez. Se accede a ella a través de una gran explanada frontal con impresionantes vistas. Se trata de una construcción subterránea excavada en el risco de la Nava. La nave cuenta con 262 metros de longitud y alcanza su máxima altura en el crucero, con 41 metros. En su interior encontramos obras escultóricas y pictóricas de gran valor.

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Con una altura de 150 m y con una longitud de 46 m en sus brazos, la gran cruz constituye una obra extraordinaria de ingeniería que tiene como complemento excepcional la aportación estética de las esculturas que aparecen en el basamento y en el cuerpo intermedio, concebidas y ejecutadas por Juan de Ávalos. Se trata de las imágenes imponentes de los cuatro evangelistas: San Juan, San Lucas, San Marcos y San Mateo; y las cuatro virtudes cardinales en el nivel superior: justicia, fortaleza, prudencia y templanza.

Se erige sobre una explanada en la parte posterior del risco de la Nava, junto con el claustro, el pórtico posterior, el monasterio, el noviciado, la escolanía y la hospedería. El conjunto está erigido en piedra granítica y tejados de pizarra. Se dispone de manera rectangular, abierto hacia la contemplación de la cruz monumental, con 300 metros de longitud por 150 de anchura, acotado por galerías con arcos de medio punto. La abadía está a cargo de la orden benedictina. Para dar una mayor solemnidad a las celebraciones litúrgicas, a través del canto coral, cuenta con el coro de la escolanía, creada en 1958.