Enclavada en el corazón mismo del Valle del Lozoya y a unos 100 kilómetros de la capital, Rascafría es un destino ideal para los amantes de la naturaleza y disfrutar de la montaña, de bosques de cuentos nórdicos, de agua y del discurrir lento del tiempo entre paredes de piedra.
La barrera natural que supone la Sierra de Guadarrama y la belleza de este entorno han sido, sin duda, factores determinantes para que reyes, nobles y religiosos construyeran relevantes edificaciones como fortalezas defensivas, monasterios o iglesias en estas tierras. Su economía dependió de la cartuja de Santa María de El Paular desde la fundación de ésta, en 1390, hasta el siglo XIX. Durante todo este largo periodo, el monasterio gozó de la protección de los reyes castellanos.
El origen y evolución de Rascafría está unido a la existencia del Monasterio de Santa María del Paular, declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento Nacional desde 1876. Esta joya del arte monacal cuenta con una rica colección de pinturas de la serie cartujana de Vicente Carducho, cedidas por el Museo del Prado.
Rascafría mantiene hoy en día su carácter rural en un entorno natural y cultural muy bien conservado. Encontrarás interesantes edificios (como la Iglesia de San Andrés Apóstol o el Ayuntamiento), pero también museos (como la Sala Museo Luis Feito) y yacimientos arqueológicos en los alrededores. No olvides sus fiestas populares, el calendario de Rascafría está plagado con multitud de festividades. Su gastronomía es otro de sus grandes atractivos, en la que adquieren protagonismo los productos de temporada, como las setas -la Sierra Norte cuenta con un abundante patrimonio micológico- y la carne de caza.
Descubre su variada oferta de turismo de naturaleza, en la que encontrarás tanto rutas cómodas para hacer en familia, como rutas de senderismo para descubrir lugares como la Cascada del Purgatorio, el bosque finlandés, o disfrutar de la vista del valle del Lozoya desde el Mirador de los Robledos. Rascafría está protegida por el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, y cada estación del año es especial: las setas y frutos en otoño, la nieve en invierno, la explosión de color en primavera y las frescas aguas de las piscinas naturales de Las Presillas para bañarse en verano.
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