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Navalcarnero

Qué ver y hacer en Navalcarnero

Enclavada en el suroeste de Madrid, Navalcarnero se encuentra entre los ríos Guadarrama y Alberche. Esta villa medieval, con más de 500 años de historia, ha sido testigo de numerosos acontecimientos históricos, como la boda del rey Felipe IV con su sobrina Doña Mariana de Austria en el siglo XVII, gracias a la cual se le concedió el título de "Villa Real”.

Navalcarnero, junto a otros diez municipios turísticos con encanto, forma parte de las Villas de Madrid, un conjunto de destinos singulares por el valor reconocido de su Patrimonio Cultural, que han conseguido conservar su autenticidad rural.

Fundada por agricultores y ganaderos el 10 de octubre de 1499, nació y creció -hasta 1627- bajo la dependencia de la ciudad de Segovia, una de las capitales más importantes de Castilla. Navalcarnero conserva en su casco histórico la estructura característica de una población castellana fundada como cruce de caminos y parada de comerciantes.

Su memoria es la historia de Castilla. Sus rasgos más característicos son la arquitectura, que da testimonio de sus orígenes, junto a la pintura mural y la escultura, que son producto indiscutible de su tránsito a la modernidad. Navalcarnero atesora también un relato ligado a la agricultura y el cultivo de la vid, y es un destino ideal para disfrutar del vino y la gastronomía, que pasan naturalmente del campo a la mesa: uvas de la variedad garnacha o malvar en la copa; y garbanzos o cordero en el plato.

Qué ver en Navalcarnero

Arte, cultura e historia te acompañarán en tu visita a Navalcarnero. Por toda la localidad encuentras los signos de una distinguida población en la historia de Castilla, y que cuenta con monumentos como la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, la portada de la Casa de la Cadena o su singular plaza, que no podía llamarse más que plaza de Segovia, en conmemoración a la vinculación y dependencia histórica (1499-1627) que mantuvo con la capital castellana.

Asimismo, descubrirás elementos que enlazan este pasado con la modernidad, como el Jardín de Cristal de Dennis Oppenheim, inaugurado en 2007, una gran instalación de acero, hierro y cristal, que emerge mágica, como un gran espejismo, en la rotonda de entrada a Navalcarnero. La cultura también se degusta, y en esta villa podrás disfrutar ampliamente de su gastronomía y vinos.

El itinerario para conocer esta singular villa debería comenzar en la plaza de Segovia, que ha sido, y continúa siendo, el corazón de la ciudad. El conjunto formado por la Plaza de Segovia y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción fue declarado Monumento Histórico Artístico y más tarde, Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico. La plaza de Segovia responde al modelo de plaza castellana, en este caso de planta irregular, porticada en tres de sus cuatro lados. En ella, la madera de las balconadas se entremezcla con la forja de balcones y ventanas y el granito de las columnas. Testigo excepcional de la historia y la vida diaria de Navalcarnero, fue erigida entre los siglos XVI y XVII. El edificio más representativo de la plaza es la antigua Casa Consistorial, de la que existe constancia documental ya en 1588.

Plaza de Navalcarnero

Si dejas la plaza por la Calle Real, te encuentras con la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, la referencia histórica más antigua de Navalcarnero. Su arquitectura actual es el resultado de casi quinientos años de historia. Constituye una realidad compleja en la que se superponen varios estilos artísticos. En su interior se conserva una magnífica colección de retablos en la que se puede seguir con facilidad la evolución del Arte Barroco de la región. Declarada, junto con la plaza de Segovia, Monumento Histórico-Artístico Nacional y Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico-Artístico es el símbolo más notable del municipio.

Un buen lugar donde comenzar la visita es también el Centro de Interpretación, porque en él se recrea, con todo su protagonismo, la expresión de la cultura del vino en Navalcarnero. Ubicado en una original casa de labranza, cuenta con espacios bien definidos tales como la vivienda, la bodega, el patio, la cuadra o la cueva. Ofrece un espacio singular: Navalcarnero, tierra de vinos, en el que se tratan aspectos tales como el sistema de elaboración del vino, las labores en la bodega, la importancia de las cuevas, la venta de vino y su transporte o los oficios relacionados.

Se podría recorrer Navalcarnero caminando por su enorme variedad de plazas, para conocer el pasado del municipio, eminentemente agrícola. Esto queda muy bien reflejado en espacios como la plaza de la Puerta del Sol, de la que parten las cuatro grandes arterias del municipio que han servido de referencia a lo largo del tiempo; o la plaza del Teatro, que constituye el punto de encuentro cultural de la villa, ya que en ella se encuentran el Teatro Municipal y el Centro de las Artes Escénicas.

Si prefieres disfrutar de un merecido descanso, pasea por sus numerosos parques y jardines, en los que contemplar las esculturas o monumentos que las rodean. El parque histórico de San Sebastián, cercano al casco histórico, es un espacio ajardinado creado con la intención de servir de nexo de unión entre el pasado y el presente. En el interior destaca el Paseo de los Personajes Ilustres, con estatuas de Isabel la Católica, Mariana de Austria, o personas relacionadas con el arte y la cultura de la villa. Si te encuentras en el parque al atardecer, podrás contemplar los últimos destellos del sol ocultándose tras el muro formado por las cumbres de la Sierra de Gredos.

Una de las señas de identidad de Navalcarnero son las peculiares pinturas que decoran las paredes de numerosos rincones. Son los trampantojos y frescos realizados por el pintor Alberto Pirrongelli. En algunos de ellos aparecen personajes típicos de la población, otros recuperan algunos pasajes de su historia y varios reproducen las ocupaciones tradicionales a las que se ha dedicado su población.

Sus edificios civiles nos muestran un pasado eminentemente agrícola, reflejado por el Silo, pero también noble, como se puede comprobar en edificaciones como la actual Casa de la Cultura, un magnífico ejemplo de casa solariega castellana, que remonta su origen al siglo XVIII y en cuya fachada destacan las rejas de forja y el escudo nobiliario; o en la Casa de la Lonja, una antigua casa solariega (construida en 1715), que conserva una portada original decorada con un escudo de hidalgo, unos balcones con herrajes del siglo XIX y un bello patio interior de austero sabor toledano. Fue rehabilitada hace unos años por el Ayuntamiento para rendir homenaje a los comercios típicos de la época, en los que se vendían todo tipo de productos cotidianos: desde uniformes de trabajo a utensilios para el hogar y hasta vino.

Acércate a la ermita de San Roque, una de las cuatro ermitas cardinales, junto con las de San Juan, San Cosme y San Damián y San Isidro. Todas ellas, excepto la de San Isidro, de construcción mucho más reciente, fueron erigidas en el siglo XVI, aunque han sufrido diversas remodelaciones. Llama particularmente la atención la ermita de San Roque, que perteneció a la familia de Juan Antonio de Ribera, pintor de cámara de Carlos IV y Fernando VII, quien la enriqueció con algunas de sus obras.

Las bodegas son memoria viva de la cultura del vino que emana de su esencia. La viticultura forma parte de la actividad económica de la región desde el siglo XIV, antes, incluso, de su fundación. La uva malvar blanca, autóctona de la zona, y la tinta garnacha confieren a sus vinos tintos, rosados y blancos una característica riqueza de sabores. Los caldos de Navalcarnero, una de las subzonas de los vinos de Madrid, se incorporan a la Denominación de Origen Vinos de Madrid desde el reconocimiento oficial de esta esta distinción en 1990. Los vinos navalcarnereños acompañan muy bien con los platos típicos de la zona, como la olla del segador (similar al cocido madrileño) o el cordero.

La Villa Real de Navalcarnero, por su ubicación -con el cauce del rio Guadarrama, con el que riega sus campos y beneficia a sus terrenos- y por su tradición histórica, siempre ha estado muy ligada al medio natural. Estos parajes, recorridos a menudo por los reyes castellanos para disfrutar de la caza y la naturaleza, hoy son parada obligada para los visitantes, que pueden disfrutar de un entorno paisajístico y natural de gran interés, como es La Dehesa de San Martin, la Mina del Mingo o la Fuente de Valdeyesos.

Qué hacer en Navalcarnero

Esta población llena de encanto te cautivará desde el primer momento gracias no solo a su interesante patrimonio histórico y cultural, sino a sus costumbres, gastronomía y enclaves naturales. Aquí te proponemos algunas opciones para que puedas elegir lo que más se adecua a tus intereses.

Ruta cultural: Para adentrarte en el alma de Navalcarnero tienes dos opciones: empezar por la plaza de Segovia y su entorno, o bien por el Centro de Interpretación. Pasear por las callejuelas medievales de Navalcarnero te transportará a un oasis de relajación y descanso. Déjate sorprender por las numerosas obras de arte contemporáneas que conviven con los elementos más tradicionales del patrimonio de la Villa.

Las distintas iglesias y ermitas que podemos visitar, además de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, conjugan historia y modernidad, y suelen ser el centro de actos populares, religiosos, culturales y festivos de la localidad. Navalcarnero invita a conocer la ciudad desde cada una de sus plazas. Desde plazas impregnadas de historia como es la plaza de Segovia, hasta plazas de reciente creación en las que disfrutar de un merecido descanso rodeados de jardines, o en las que contemplar las esculturas o monumentos que las rodean. Admira las esculturas de Feliciano Fernández en el Museo al Aire Libre o, si vas con niños, tienes también un abanico de rincones verdes que parecen encontrarse en mitad de la naturaleza, estando en el centro de la villa, como el Parque de Buenavista o el el Parque del V Centenario.

Aprovecha para visitar la localidad durante sus fiestas patronales, que se celebran cada año en la primera quincena de septiembre, en honor a Nuestra Señora de la Concepción, y en las tiene lugar la celebración del Real Mercado del Siglo de Oro ambientado en la época de Felipe IV, donde pueden ser degustados productos típicos de esta Villa, presenciar actuaciones de grupos de teatro, así como admirar y comprar los laboriosos trabajos de los artesanos. Son de destacar los festejos taurinos, y muy concretamente, sus tradicionales encierros nocturnos. Otras tradicionales fiestas son las de Semana Santa y las que se celebran en honor de San Isidro.

Ruta gastronómica: Su gastronomía es digna de mención, ya que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos incorporando las nuevas tendencias culinarias. La particular gastronomía de la Villa deja su huella en el sobrenombre que tiene el municipio, la denominada “tierra del vino, del garbanzo y del cordero”. Así, el garbanzo, cuyo sabor particular se debe a las peculiares características físico-químicas de los suelos en los que se cultiva, se convierte en el ingrediente imprescindible para llevar a buen fin su famosa “Olla del Segador”, una variante del cocido madrileño. Y de las huertas también se obtienen los productos más frescos que marcan un sabor distinto en los platos, entre los que destaca la variedad de la Lechuga Romana, siendo una de las más preciadas históricamente.

La caza menor proporciona todavía sabrosos platos: conejo con patatas y setas de cardo, conejo o liebre con judías, perdices escabechadas. Muy destacados son los asados, sabia conjunción del arte de los hornos y la calidad de los corderos locales. Han sido una costumbre ancestral en el lugar. Se llevaba la bandeja familiar, cargada de carne, al horno de la panadería, acompañada de una salsa preparada en la casa. En general, la forma más frecuente de asar los lechazos era con el aditivo de manteca de cerdo. Plato habitual en la mayor parte de los restaurantes que pueblan el casco antiguo.

Para los paladares más dulces son típicos los bollos de aceite y manteca de azúcar, el membrillo y el arrope (mezcla de mosto, calabaza, higos y melón duro).

La oferta es amplia y en el abanico se puede elegir desde los establecimientos más tradicionales como los mesones, tabernas o restaurantes hasta los locales más modernos.

Ruta enológica: No podemos olvidar que la localidad de Navalcarnero es conocida como 'tierra de vinos' por lo que, además de probar sus 'caldos', podrás visitar alguna de sus bodegas urbanas, como las Bodegas Muñoz Martín, fundada en los años 30 del siglo pasado, en la que conviven en equilibrio lo innovador y lo tradicional.

Otra visión de Navalcarnero es la de sus cuevas. Desde hace siglos forman parte de la arquitectura “oculta” de la villa de Navalcarnero. Nada se conoce del origen histórico de esta costumbre constructiva asociada a la conservación de los alimentos y, en especial, del vino, producción agrícola tradicional en esta zona de la provincia de Madrid. Según los documentos que se conservan, a mediados del siglo XVIII había alrededor de 140 cuevas que formaban un caótico entramado bajo el casco urbano de Navalcarnero.

Los vecinos las utilizaban para conservar los alimentos y, sobre todo, el vino en tinajas. Se distribuyen en estrechas y tortuosas galerías en cuyos laterales se abren unos pequeños espacios (capillas) donde se situaban las tinajas que servían para conservar el vino. Otra parte importante de las cuevas, son las chimeneas de ventilación, las cuales cumplían una doble función: mantener las peculiares condiciones climáticas de su interior y ventilar las condensaciones de los gases producidos por la fermentación del vino.

En ocasiones, estas cuevas comunicaban con pozos de agua que abastecían a sus propietarios. Hechas a mano, muchas se han derrumbado, pero otras se reforzaron con ladrillo y todavía existen. Una de ellas se puede visitar en el Centro de Interpretación.

Ruta de la naturaleza: Los parajes que conforman Navalcarnero nos enseñan que la naturaleza es sincera, contundente y directa. Actúa como la gran madre que no da explicaciones porque nunca las pide y quiere, que por encima de todo que la vida continúe. Y, así, es hermoso contemplar como renace día a día el Río Guadarrama o, para los que estén en forma, recorrer la senda circular de Navalcarnero y río Guadarrama.

¡Navalcarnero te espera! Es un destino ideal para los que quieren escapar de las grandes urbes y que añoran la tranquilidad del paisaje rural.

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